Aquí os presento una tarea magnífica que un alumno de secundaria, Santiago Durán, ha enviado. Se trataba de que cada alumno hiciera un panfleto dirigido a la clase trabajadora invitándolas a movilizarse. Él ha decidido situarse en Andalucía, como un campesino que trabaja a diario en las viñas jerezanas.
Disfrutadla porque merece la pena:
Un anarquista en las viñas de Jerez
Compañeros y compañeras: ha llegado el día de la liberación. Llevamos siglos oprimidos por los señoritos bodegueros de nuestra querida Jerez y ¡ESTO SE TIENE QUE ACABAR! Desde que los fenicios, maldita la hora en que lo hicieron, trajeron el primer racimo se acabó la libertad para quienes vivimos en el primer paraíso que creó Dios. Después llegaron los romanos, que de romanizar nada, a
lo que venían era por nuestro aceite, nuestros cereales, nuestro garum, y… nuestro vino. Aquí empezó nuestra explotación, que ni siquiera bajo los supuestamente abstemios musulmanes quedó interrumpida. Y cuando los cristianos echaron a los moros la cosa se puso mucho peor porque los reyes, para pagar el favor de ayudarlos a echar a la morería, les dieron tierras en premio a los nobles. Aquí, señores y señores, la pesadilla tomó cuerpo y se hizo realidad.
¿QUÉ REALIDAD? La que tenemos delante de nuestros ojos. ¿Habéis visto vuestros cuerpos? Si son lo más parecido a una parra, retorcidos, llenos de nudos y callos, secos por la falta de comida. Y pronto los de vuestros hijos serán iguales, pues ya han empezado a ser explotados en la viña durante más de catorce horas diarias. ¿Y para qué? Para que el señorito bodeguero se construya una casa llena de mármoles y caoba en las mejores calles de Jerez y para que se pasee por la feria en lujosos coches tirados por carísimos caballos. ¿Habéis visto la cara de los caballos? Ellos son los que se comen nuestro pan de blanco trigo mientras que nosotros comemos una sopa hecha con la cáscara del cereal hervida en agua sucia. Incluso les han puesto en las cuadras unas camas de mullidos colchones, con dosel y mosquitera no vaya a ser que a les pique algo y no puedan salir a pasear al señorito. Pues les vamos a presentar las pulgas de nuestros sucios jergones…¡Se van a quedar abiertos de patas –de las cuatro-¡ ¿Y las hijas del bodeguero con sus trajes pomposos traídos de París que parecen una tarta – espero que alguna vez hayáis visto una tarta- de merengue?
ESTO SE VA A ACABAR y se va a acabar ¡¡¡¡YA!!! Quedan dos semanas para vendimiar. ¡Pues va a vendimiar el señorito, su mujer, sus hijas de merengue y sus caballos metrosexuales! ¡A ver con qué se costean el tren de vida este año! Y el que viene tampoco vendimiamos, ni el otro, ni el otro. Hasta que el señorito se tenga que ir a buscarse las habichuelas a Francia, Inglaterra o Irlanda con sus parientes.
Entonces, amigos, la viña será nuestra, la bodega también, y lo que trabajemos será para nosotros. Todos dormiremos en mullidas camas con dosel, comeremos pan blanco, nuestras hijas y mujeres vestirán a la moda de París… No es un sueño; está al alcance de nuestras manos. Pero hemos de estar preparados para lo peor: pasaremos necesidades, el capataz vendrá con su látigo, quizás tengamos que derramar sangre, propia y ajena… Los sueños son caros. Por ahora, brindemos por la gran victoria con vino, que de momento es del señorito.
¡ABAJO EL OPRESOR!
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